Hoy gracias a la anécdota de mi cuñado y su querida Gloria con la frase de: "Lo voy a llevar al suburbio para que sepa, qué es necesidad".
He recordado a todas esas personas que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida, algunas las recuerdo con cariño y a otras porque simplemente son difíciles de olvidar.
Las voy a ir mencionando en orden de llegada.
Flérida, era una chola (mezcla de mestizo con indio) alta, fuerte, de cabello largo, larguísimo, sin dientes en la parte delantera y cuando sonreía se tapada un poco la boca "para que no se le metan los ladrones por la ventana", haciendo mofa de su falta de dientes. Ella estuvo conmigo desde el día que nací. Mi mami de origen ruso, deseaba ponerme de nombre Arina, en honor a la musa de su poeta predilecto. Ella no había pensado mi nombre en español y tuvieron este diálogo.
- F: ¿Harina señorita?
- M: Sí, Arina (y sonreía viendo al horizonte).
- F: Pero, ¿Harina, señorita?
- M: Si, Flérida, Arina, delicado, hermoso, Arina.
Flérida aún no convencida lanza su último petardo.
- F: mmm, pues para eso póngale Azúcar, para que sea dulce mejor.
Han visto cuando un dibujo animado sueña y arriba de su cabeza se grafica todo su sueño y luego viene alguien y ¡plin! se lo destruye... ya así fue... y hoy me llamo gracias a una persona llamada Flérida, Irina.
Petita, no recuerdo mucho de ella, sólo sé que estaba loca. Un día mi mami le dijo "si la niña quiere comer algo en la tarde, le da frutas". Y la bruja esa, no encontró mejor cosa que todos los días a las 4 de la tarde perseguirme con una fruta por toda la casa, aunque yo no tuviese hambre. "Coma, coma", me decía "tiene que comer" y me ponía la manzana en la boca para que la muerda. Qué fastidio. ¡Gracias Petita, aún no como frutas!
Araceli, ella era una jovencita de Chone, era baja, media achinada, buenísima gente, estuvo en la casa algunos años, me enseñaba a escribir y a virarme los párpados para hacer una mueca "diabólica", divertidísima, la gente no resiste ver los párpados invertidos. Curaba el estreñimiento, según ella, comiendo guineo y mientras lo comía decía "para que todo resbale por dentro" (lo siento no puedo decir, escribir o pensar esto y no reírme, su voz era bastante particular). Tuvo que irse, porque se consiguió un novio, con quién tuvo un bebe y decidió regresar a Chone para estar con su familia. Pobre lloramos las dos abrazadas cuando se fue.
Reina, ella trabaja con mi tía y a raíz de que se fue Araceli, venía a la casa a lavar y planchar. Reina era buenísima y cocinaba delicioso. Tenía un diente con filo de oro que le brillaba al sonreír. Una vez regresé del colegio y la encontré al pie de la tabla de planchar rezando arrodillada, aterrada y persignándose, yo que soy bien flojita para ese tipo de escenas le pregunto, que qué había sucedido. Y su respuesta fue "que había escuchado al Diablo", en eso suena de nuevo "clack, clack, clack" desde el pasillo, se vuelve a poner de rodillas, se vuelve a persignar y vuelve a rezar, al terminar grita "Sal de aquí Diablo, yo no te he llamado". Resulta que en esa época vivía en un departamento que compartía la pared del corredor con el departamento de a lado y lo que la pobre Reina había escuchado ese día, eran los tacos de mi vecina caminando por su corredor. Pobre mujer, cuando se lo explique dijo "¡Ay niña! Me regresó el alma al cuerpo".
Teresa, ella era una señora grandota, fumaba en el balcón y se le cogía el suelto (billetes pequeños o monedas de menor valor) a mi mami, para irse a la tienda a comprar cigarrillos. Era una gorda de corazón de oro, buenísima gente, no hay una anécdota exacta con ella, salvo que me decía "venga niña mire TV después de almuerzo", para tener la excusa perfecta de ver su novela, pero como nunca fui muy fan de las telenovelas, llevaba mi cuadernito para pintar mientras ella las veía.
Me encanta imaginarme a las personas que conozco, pensando que son un dibujo animado y estoy segura de que si algún día ella se convierte en uno, sería la nana del Conde Pátula.
Me encanta imaginarme a las personas que conozco, pensando que son un dibujo animado y estoy segura de que si algún día ella se convierte en uno, sería la nana del Conde Pátula.
Elenita, ella era una morena achinada, fuerte, su marido le pagaba y un día se llevó a su hijo y lo dejó al tipo encerrado en su propia casa poniéndole una cadena en la puerta. Cuando se fue, me contaba que le tocó vivir en un casita pequeña que sólo tenía paredes y con su sueldo iba comprando el techo de planchas de zinc para irse cubriendo del futuro invierno, hay que mencionar que el invierno en Ecuador no altera mucho la temperatura del ambiente, pero trae consigo lluvias fuertes y continuas. La pobre no sabía que las planchas de zinc tenía que asegurarlas con algo y llegó un día empapada de una fuerte lluvia, el viento se le había volado el techo y tuvo que pasar toda la noche sacando el agua de la casa y cuidando a su hijo y los pocos electrodomésticos que tenías. Pero aún así, me contaba sus peripecias y se reía fuertemente como diciendo si no me pega mi marido, me pega el clima, no tenía dientes adelante, como Flérida, pero se había puesto una prótesis que al reírse le bailaban los dientes.
Juanita, ella sigue actualmente con mi mami y es genial. Es morena, alta, viene de la provincia de Esmeraldas, hace unos camarones encocados riquísimos. No le gusta utilizar la lavadora, así la muy bandida lava todo a mano, de verdad, mis respetos, porque hasta los jeans los lava así, creo que mi mami cuando ella no va (porque no va todos los días) lava ciertas cosas en la lavadora, para no tener que esperar a que ella lave todo. Una vez Juanita me confesó que a ella no le gusta cocinar, que a ella le gusta lavar. Tiene una gran paciencia con los niños y creo que le hubiese gustado ser maestra, aunque yo la veo más como pintora, nunca me lo ha dicho, pero como la veo muy minuciosa en las cosas que hace, creo que le iría muy bien con la pintura. Conversa con los gatos y lo pasa retando al pobre Arturo "porque es malcriado" dice ella. Canta cuando está feliz y discute conmigo para que coma yerbitas en la comida, las cuales odio con todo mi ser (y mi mami ama ponerle eso a todo lo que come). Cuando me casé, se vino conmigo al hotel para acompañarme en la arreglada y la emoción y el cariño se le rebosaba en el rostro, se pasa riendo de las cosas que le cuento, aunque no sé si son de las palabras o las mímicas, porque muchas veces se ríe antes de que termine de contarlo y aunque se pasa peleando con mi mami, para que coma lo que ella quiera darle y no lo que mi mamá le pide, se extrañan cuando no están juntas.
A todas las mencionadas más Vitalina, Isabel, Lourdes, Cándida (que trabajan y trabajaron con mi tía), la Sra. María (que trabajó con mi tía, mi prima y mi mamá), Puchito (quién estuvo por la casa de una amiga y nos amaba a todas), Chio (ayudaba en la casa de unos amigos) y alguna otra que se me haya pasado por alto, muchas gracias por estar presente en la casa, por cuidarnos cuando nuestros padres estaba trabajando, por cocinar rico, por traernos pancito de dulce, queso de Manabí y manjar de leche, por disfrutar con nosotros como si fueran parte de la familia, porque lo que pasa, es que con el tiempo, realmente llegan a formar parte de nuestras familias.
Personalmente he tenido suerte, que de todas las que han entrado a la casa han sido grandes personas, excpeto por la loca de las frutas, pero al resto ¡gracias por querernos tanto!
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