lunes, 3 de diciembre de 2012

Se me acabó el Shampoo

Ya estamos a cero grados y bañarse es todo un procedimiento.

Prende la calefacción, acomoda la alfombra del baño al pie de la puerta para evitar corrientes de aire que ingresen al cuarto de baño, enciende la ducha para que salga el agua caliente y bote un poco de vaporcito, sí, como en las películas de terror antes de que llegue el asesino, así.

Justo cuando estás dispuesto a tomar valor para ducharte, recuerdas las palabras de tu esposo "Cierto, amor, no te olvides de comprar shampoo, que ya me lo terminé".

Así que me tocó cerrar la llave del agua, mover la alfombra y apagar la calefacción para salir en la búsqueda del shampoo, por suerte, tenemos un supermercado frente a la casa y no había mucha distancia que recorrer.

Ahora, vestirse para salir de la casa es otro mega proceso, ponte el suerte, la bufanda, la chompa, el gorro, los guantes, cambiate de medias a unas más gruesas y los zapatos de salir a estas temperaturas.

Cruzar la calle como deporte extremo, porque con tanta vestimenta los movimientos corporales dejan de ser tan ágiles para ver de un lado al otro antes de cruzar la calle y por su puesto, no corras, porque puede ser que te encuentres con ese micro hielo que se crea entre los poros del asfalto haciendo la superficie resbalosa.

Llegar al super, tomar el shampoo, dirigirte a la caja y hay una fila de unas tres personas, siendo yo, la número 4.

Pasa el primero sin problema o novedad, llega el segundo, compró algo no superior a 10 euros, detrás de él estaba un joven de unos veintitantos años, yo le daba al codo, tenía un look similar al de Harry Potter pero si hubiese sido escogido por la casa Slytherin.

El chico que estaba de turno, sacó de su bolsillo un puñado de monedas, de 1, 2 y 5 centavos y las hechó sobre la mesa para pagar, segundos después, tomó la capucha de su suéter y se tapó la cabeza, yo simplemente sonreí, porque bueno, a cualquiera le puede pasar que necesitas comprar algo y que sólo tienes monedas para pagarlo, pero, uno (1) yo no pagaría con esos centavitos y dos (2) hay que admitir que debes tener una personalidad del carajo para hacer eso en una caja de un supermercado con personas esperando detrás de ti.

La cajera, impaciente y un tanto irritada, dice a la fila "siento mucho la demora y su espera, pero el señor aquí presente me está pagando con monedas y me toca contarlas", la fila se molesta y una señora, que estaba detrás de mí, dice con un tono elevado "estamos al frente de un banco, porque no va a cambiar sus monedas en billetes y luego regresa", la cajera indica que eso había sido previamente mencionda al señor, bueno era realmente un joven, y este se negaba a realizar el cambio.

El Joven de las Monedas sientió el rechazo de la multitud y no tuvo mejor opción de tachar de bruta "a la incompetente cajera", yo callada, me escondí detrás de Bad Harry para protegerme en caso de que el Joven de las Monedas decida declararse loco y lanzar todo a la gente de la fila.

Bad Harry molesto por la agresión a la cajera rompe su silencio y dice "toma tus moneditas, ve a cambiarlas y regresa, si tuvieras un poco de sentido común no harías perder el tiempo a la señorita aquí presente, quién no tiene la culpa de tu estupidez" "¡y tú! ¿qué te metes? ¡este no es tú problema!" responde el Joven de las Monedas. "Pues ahora lo es y si tienes algún problema espérame afuera que salgo en unos minutos" indica Bad Harry.

¡Claro! y yo ¿dónde estaba? viendo al piso por su puesto, evitando el contacto visual con estos individuos, renegando por estar ahí, en ese momento y recordando las enseñanzas de Hollywood, a los negros y a los latinos siempre los matan primero en las películas o como dirían en mi país "y eso le pasó por cojudo y mal cantante".

Lo pero de todo, era que yo, Doña Huevas, iba a pagar el shampoo con monedas.