viernes, 19 de octubre de 2012

Un hábito preventivo - Tócate



Por el historial de mi familia, desde pequeña he aprendido a revisar mi busto siempre mientras me baño, no como una obsesión en el tema de quistes o tumores, sino más bien como un hábito frente algo que podría aparecer.

Al hacerlo con frecuencia tu cerebro junto con el sentido del tacto, aprendes a memorizar inconscientemente cada cosa que palpas y con esto la presencia de anomalías pueden ser detectadas con facilidad. 

En el 2003 sentí una bolita, diminuta, tan pequeña que cuando fui al doctor, no la detectó inmediatamente, de hecho fui yo quien le dijo el lugar y cómo encontrarla.

En el eco, apareció un quiste medía casi 1mm, se decidió mantener chequeos trimestrales para tener controlado su crecimiento. Al año había crecido a 2mm pero seguía apareciendo como un quiste, líquido, fue el término que emplearon y un año más tarde, seguía siendo del mismo tamaño, pero el doctor había identificado que se había solidificado y que recomendaba su operación para retirarlo.

Planeamos la operación, iba a ser ambulatoria, es decir no tenía que permanecer en la clínica. 

¿Han visto cómo en las películas a los pacientes los llevan a un cuarto donde lo preparan y luego aparece en el quirófano un lugar que una nave espacia por la forma en la que está iluminado y los equipos que ves cerca de la mesa de operación? 

Bueno no es así o por lo menos, en mi caso, no fue así.

Entré a un lugar que parecía un vestidor de alguna tienda en un centro comercial, donde una enfermera me dijo deje ahí todas su ropa y póngase la bata.

Entré caminando al quirófano que se encontraba SUPER iluminado, las paredes eran de azulejos beige y las sábanas esterilizadas eran verdes (pero no el verde lindo de césped, ese verde un tanto oscuro, que a mí no me trae buenas emociones).  

Realmente para nada agradable el lugar, claro, hay que mencionar que hasta ese momento mis experiencias con las clínicas habían 97% como visitante, 2% fracturas y lesiones deportivas y 1% infección a la garganta que me llevó a la hospitalización por 3 días en la adolescencia, esto era totalmente nuevo y personalmente lo encuentro un tanto inconfortable.

El doctor era muy relajado, prácticamente le dio una palmadita a la mesa de operación y me dijo "venga para acá" y me subí aunque por ese gesto pensé "¿estaré haciendo lo correcto?", era el mejor en la rama, así que no me cabía duda, pero su 'frescura' no me convencía.

Cuando estaban preparando todo me preguntó "¿Quiere ver la operación o la tapo?" ... "¡Qué! Por supuesto que tápeme, después me van a dar ganas de pasarle la gaza o algo así, ¿qué le pasa?" pensé, claro que realmente respondí "¡Sí doctor tapadita es mejor!".

Pero yo no contaba que mientras iba a ver al techo y que la lámpara que tiene estos espejitos que amplifican el rayo de luz iba a poder reflejar lo que sucedía del otro lado de la tela. Extraña sensación y pensamiento, saber que eres tú, quien está detrás de esa telita y no sentir nada de lo que te están haciendo.

Retiró el quiste y dijo el doctor "Este es un tumor Cerebroide, se lo reconoce por su forma, ¿quiere verlo?" y antes de poder responderle ya lo tenía al frente, me dio ternura, ja ja lo sé soy una ridícula, así que no me quedó otra que seguirle la fiesta al doctor y decirle "¿me lo puedo llevar en un frasquito y tenerlo de mascota?", el doctor se rió y me dijo que no, lamentablemente, porque debían hacerle la biopsia (mi sonrisa se transformó en mueca), claro la palabra es muy fuerte de procesar, más aún cuando estás en una mesa de operación, después me dijeron que es un procedimiento y que todo lo que es retirado de tu cuerpo debe ser analizado inclusive lunares, verrugas, todo.

Terminó la operación, todo estuvo muy bien, los resultados de la biopsia llegaron 2 semanas después y fueron negativos a cualquier preocupación, ¡Gracias a Dios!, pero siempre tengo que seguirme chequeando.

En este caso, no hubo mayor preocupación que la que se presentó entre "Debe operarse" y la espera del resultado del mismo, probablemente fue de máximo 2 meses, un hábito, detectó cualquier problema a tiempo, así como la valentía de enfrentarlo, he sabido de casos que "por temor" a que le den una mala noticia, evitan la visita al doctor y la revisión, tal vez haciéndose la idea que el problema vaya a desaparecer.

La situación con los problemas es que no desaparecen, alguno sólo se apaciguan con el tiempo, enfrentar los problemas hace que podamos encontrar soluciones para superarlos, a veces no nos gustarán pero es lo que tenemos que hacer para superarlo. Valentía para afrontarlo, Fé durante la espera y fortaleza para afrontar los problemas, buscarle soluciones y solucionarlo.

"Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente: no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios será contigo en donde quiera que fueres." (Jos.1,9 RVA)

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