Y llegamos a nuestra primera suite, recogimos nuestra ropa de la casa de nuestros padres después de la boda y mudamos poco a poco nuestros bienes, para ese nuevo comienzo.
Mi mami, después de varios intentos de educarme ordenadamente, un día tiró la toalla y decidió dejar de desgastarse dejándome a "la buena de Dios" con mis "malos hábitos de desorden".
Pero en nuestro primer día de mudanza, estaba colgado la ropa en el closet y me había propuesto cambiar y ser "aquella persona ordenada, que mi mami insistentemente presionaba a que fuera", el problema es que yo tiendo a ser extremista, así que estaba poniendo toda la ropa en el armador con la cabeza hacia la pared y que todas las camisas tengan la misma dirección, para que se vea "ordenado" pero también homogéneo.
Mi esposo, que siempre ayuda en todo, al verme en el orden del closet, se ofreció a darme una mano y yo le dije "¡Por su puesto! Coloca la ropa de esta forma, de manera que el gancho... y los botones..." en ese momento me vio y dijo "muy complicado" y se fue del cuarto.
En ese instante tuve un SUPER flash-forward, en donde imaginé nuestras vidas, yo colgando la ropa bajo este esquema y él viendo televisión, por su puesto, yo totalmente mal genio, renegona, aburrida, cansada, despeinada, canosa, mal encarada y me pregunté "¿así es como quieres llegar?", así que sin darle mucha importancia, lo llamé y pedí su ayuda, pero la comanda fue "cuelga la ropa por favor". No me importaría el orden, el gancho, la dirección, realmente no valía la pena, la molestia.
A lo largo de nuestros días adquirimos posturas o lecciones de las personas con las que vivimos o de la interacción con personas cercanos a nosotros (amigos, primos, etc.) Hay cosas con las que nacemos desde pequeños, muy probablemente nuestras preferencias básicas de "me gusta o no me gusta", pero hay otras que adquirimos con el tiempo por alguna razón. Como aquel tema incomprendido de no utilizar la pasta dental a menos que esté ordenadamente toda colocada hacia la parte de la salida, para que se coloque sobre el cepillo de dientes, o como una amiga que se encontró doblando papelitos higiénicos como lo hacía su abuelita antes de salir, "porque uno nunca sabe cuando le toca y cómo estará aquel lugar"
Pero ahora les hago la siguiente pregunta, ¿qué pasa si imaginamos nuestra vida sin esos temas? ¿Qué tanto cambiaría, o se vería afectada? ... Un idea veloz acaba de cruzar por mi mente, ¿será a caso, que un tema realmente existe en nuestro entorno, como una forma de brindarnos seguridad a nosotros mismos, para poder tener el control de lo que nos rodea? tiene sentido, dependiendo de cuán "temático" seas, es cuanto más te gustaría tener el control sobre tu entorno.
Por ejemplo, las personas que no les gusta que tomen de su vaso, pueden decir que son los gérmenes, falta de respeto, lo que sea, pero a la hora de la hora, todo se resume a "no tomes de MI vaso", su vaso, su territorio, su espacio, es suyo de él (para que queda aún más marcada la hipótesis).
Prestar un poco de atención a lo que realizamos a diario, a veces de manera automática, podría aliviar un poco nuestras manías, comprenderlas, aceptarlas o quién quita si hasta desaparecerlas, tal vez, hasta ahorraríamos un poco de tiempo en nuestras vidas, para hacer realmente lo que nos propongamos, sin pensar mucho en los pasos previos que "aseguren" que el camino que recorramos sea óptimo, al final del día, si obramos bien, el camino que recorramos siempre será bueno, con o sin manías que lo acompañen.
Si lograramos desenganchar nuestra mente de algunos temitas, podríamos crear más soluciones que agiliten procesos o tomaríamos decisiones con mayor facilidad (hablando en todos los aspectos de nuestras vidas). @caminosclaros
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