martes, 10 de julio de 2012

Escuchar y Observar

Pues ya saben que me encuentro en mi entrenamiento para hacer ejercicios.

Hasta ahora, todo ha seguido sin problemas, ni excusas.  Por ejemplo este fin de semana viajé a otra ciudad acompañando a mi esposo en una invitación que recibimos.  En otras ocasiones, esa hubiese sido la excusa perfecta para decir, se rompió el ciclo, qué pena, hay que volver a empezar, qué pereza etc.

Pero qué pasa cuando vives el día a día, hoy camino y su quieres después de caminar, celebras lo caminado, "hoy troté" y celebramos lo trotado.  Pero voy más allá, cuando hablas del ahora, los resultados son aún más notorios.

Me ha funcionado que empecé con el plan de trote que adquirí en un blog, muy bueno por cierto, pero ¿qué pasa cuando sin planificar, puedes seguir dando más?

La primera semana decía que cada 10 minutos de caminata trotes 2 minutos.  La hice agotada, viendo el reloj, contando pulsaciones, tiempo, el blog decía sólo 40 minutos en esa semana. Realmente caminaba 60 minutos porque no tomaba en cuenta el tiempo que me tomaba regresar la casa.

La segunda semana tuve el problema del que hablé muy superficialmente en mi post anterior (Diez Advil), sin embargo seguía trotando y me decía a mi misma "debemos (yo y mi cuerpecito) hacer por lo menos los 2 minutos, que ya hemos demostrado que podemos".

No sé qué hice durante esa conversación, pero sentí cómo todo se acomodaba para pisar mejor, canalizar el peso del cuerpo en el área necesaria para ese movimiento, fue en la semana 2 en la que troté por primera vez en mucho tiempo, 3 minutos de corrido y no feliz con eso, en la siguiente tanda, corrí 5 minutos. Sólo con esa frase "por lo menos 2 minutos, que hemos demostrado que sí podemos".

La tercera semana, no tuve dolores, pero tampoco fue una semana completa, ya que estaba a la espera de unos envíos que lleguen a la casa, sin embargo esa semana troté por primera vez 6 minutos de corridos y fue gracioso, hubo una ocasión en la que empecé a negociar con mi cuerpecito, "ya si llegas a 5 minutos, no hacemos las dos vueltas sino sólo una, pero debemos llegar a 5 minutos". 

Y llegué a los 6 minutos, con esfuerzo, pero sin morirme en el intento.

Lo cómico fue que el último minuto le dije a mi cuerpecito "no vamos a estar aquí desde el viernes, así que tienes vacaciones largas, anda, regálame el último minuto en un trote rápido" y podría jurar que lo escuché resoplar y diciéndome "ya ya pero déjame después de eso en paz". 

Ese día mi mp3 se había quedado sin batería y tuve que trotar sin música, al principio me pareció un tanto aburrido, pero luego comprendí que esto sería una oportunidad para escuchar mi pisada, recordemos que estoy en un proceso de aprender a caminar y trotar sin dolor o problema "es cuestión de técnica y después trabajaré en la resistencia y la velocidad".  Así lo hice, escuché con atención cómo pisaba mi pie izquierdo, cómo lo hacía el derecho, detecté en qué parte dolía, analizaba cada sensación con cada "ajuste" dentro de los engranajes que ejecutan el perfecto moviemiento de una pisada.

Descubrí que mi pierna izquierda no da un pasó tan largo como la derecha, por eso cuando troto, parece que estuviese cojeando, también identifiqué que la pisada de mi pie derecho es más acentuada hacia afuera, así que antes de que el talón caiga de nuevo, traté de concientizar y ponerlo "recto", pero estos "ajustes" son a pulso, como a la antigua, prueba y error y definitivamente toman tiempo, seguramente pensarán "la ciencia ya inventó un algoritmo que puede solucionar este problema, a través de bandas magnéticas que detectan todo lo que tú estas diciendo y como resultado obtienes una plantilla que mejora todo sin tanto lamento",  y en realidad tienen toda la razón, pero debo confesar, que esta comprensión y concientización corporal, me tiene muy entretenida.


Cada vez que noto o asimilo algún área de mejora, recuerdo las palabras de G. Gurdjieff "tu eres la prisión", indicando que vivimos encerrados en nosotros mismos sin generar cambios en nuestra vida o entorno. 

Él menciona  "en la vida hay que convertirse en un observador, uno no come, nuestro cuerpo come, uno no llora, nuestro cuerpo llora, deja que las cosas fluyan como tu cuerpo lo necesite, no lo reprimas y conviértete en un observador".

"Cuando el que escucha deja que el hacedor resuelva el problema, el observador se aisla sin interrumpir, en el caso del cuerpo, la sanación de una pisada incorrecta, luego siguen trabajando juntos, para un hoy... un ahora." @caminosclaros

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