jueves, 10 de octubre de 2013

¡Póngale calzón a la pelada!

Un día cualquiera de una tarde de sábado, había salido con mi papi a pasear por las calles de Urdesa.  Esto fue en el año de 1980 y algo, cuando la Ave. Víctor Emilio Estrada, más conocida con La Víctor, era el punto de encuentro de amigos de cualquier edad.

Es más, recuerdo que mi hermano solía salir y se despedía de nosotros diciendo "ya vengo voy a La Víctor" y eso traía como significado implícito "voy a ir a dar una vuelta con mis amigos por ahí". 

En fin, paseábamos en nuestros Mazda 323 blanco, un carrito famoso que tenía mi edad, 1979.  Nunca tuvo radio, así que nos tocaba cantar, sobre todo para esos viajes mayores a una hora de distancia.  "Qué edad teníamos entonces, porque coño hemos cambiado... y estabas tu todo el rato, con el cerquillo en la frente, sonriendo con recato, como quien dice presente..."  cantaba mi papi constantemente esa única estrofa para estos viajes prolongados.  Yo que para esos viajes familiares me sentaba en los asientos de atrás, justo detrás del piloto, veía cómo miraba a mi mami con ternura mientras arreglaba su cerquillo.  

Aquel sábado por la tarde, estábamos los dos.  Mi papi alcanzó a ver a uno de sus amigos a lo lejos, así que me dijo "cuando pasemos junto a él grítale (e iba bajando mi ventana) 'póngale calzón a la pelada' " .  Yo miré al hombre, y mis escaso 4 ó 5 años sólo pudieron decirle a mi papá "Papi, pero el señor anda solo, ¿de qué pelada me estas hablando?"  " Tú sólo grítaselo, él sabe", respondió.  "¡Qué tiene una hija en la casa que no le pone calzón!", exclamé asustada por la reacción inhumana de aquel señor.  "Grítale, grítale, que ya lo vamos a pasar", decía mi papi a diente pelado (o sea sonriente). 

Pues bueno, a esa edad uno generalmente hace lo que le dicen y sin mayor pregunta, saqué la cabeza y un poco más del cuerpo por la ventana, mientras gritaba en la mitad de La Víctor "¡Póngale calzón a la peladaaaaaa!" Me meto dentro del carro y mi papi aceleró, hasta lo que el la luz roja se lo permitió.  Mi papi ahogado de la risa, me hizo un 'chócala' que es el equivalente a un 'hi-five' y yo estaba muy feliz de haber sido una hija obediente.


Con el tiempo comprendí que el amigo era calvo y mi papi 'el rey del pelo largo' (falso, era igual de calvo que el amigo), había decidido mofarse de esa escasez capilar, utilizándome como su lazarillo. 

Lo irónico de todo esto, es que muchos años después en la historia en donde desarrollé después mis propias frases, mañas, bromas y chistes, mayormente agrios, mencionabas constantemente "Esta Irina si que es guasa", llámese guasa al comportamiento que no le corresponde a una 'lady'. ¡Y vamos! Tenía y tiene razón, pero qué podías esperar de mí después de esta formación tan particular a la que tu y mi mami me sometieron.

¡Salud Papi! Gracias por regalarme 30 años tiernamente divertidos.

Hoy hay fiesta en las alturas. 


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