sábado, 29 de junio de 2013

Los rollos de canela

El día empezó bastante simpático.

Llevo días queriendo comer rollos de canela, pero en Kaiserslautern no tenemos el stand de Cinnabon, que es donde los compraba en Ecuador.  Bueno, sí hay, pero es en la base americana de Ramstein y para entrar allá tengo que buscar o pedir favor a los conocidos militares, así que decidí hacerlos.

Para variar, tuve que recorrer toda la ciudad, porque como ya es de "mi bien saber" todo lo encuentro en un sólo lugar.

Busqué ayer la receta, encontré dos que me gustaron y decidí hacer una con un toque de ambas, por su puesto para lanzarme al estrellato entre la prueba y el error y no matar en el intento a nadie quien los coma.

Ayer alcancé a comprar unas cosas que estaban en el supermercado cerca de la casa y hoy, me fui a la búsqueda del resto de cosas.  Por suerte en el primer intento dí con ellas y proseguí con mi "peregrinación" para el resto de cosas que había planeado comprar hoy.

En el camino vi un señor en la vereda de al frente que iba pasando debajo de un balcón, donde se encontraba una señora regando sus flores, el señor sin darse cuenta de esto, sólo sintió el chorro que le corrió por la espalda, y dio un brinco apresurado, supongo que le quedó la duda sobre si era agua o regalo de pájaros.

Sonreí al verlo, pero me tocaba cruzar la calle, así que me detuve porque era la preferencia del auto, quién sonrió en consecuencia a mi gesto previo y me cedió el paso.

Seguí avanzando hacia mi siguiente parada y en el camino un señor, quién estaba parado, inicia su paso, moviéndose de manera perpendicular a mi camino, me detuvo para que no chocáramos y al verme sonreí para que pase, pero me regaló el paso de nuevo.

Compré lo necesario y fui a ver mi bus, estaba vació, pero la gente lo llenó después de que me subí, a mi lado se sentaron una pareja de señores conversones, entre ellos, aunque la señora me miraba constantemente
como para incluirme en su charla.

Hicimos una parada y estaba a la espera del bus un señora mayor, tal vez de unos 70 años, pero aquí la gente envejece más de prisa así que parecía de 90. Entacada y combinada, cargando unos recipientes plásticos, su cartera y unas canastas, todo combinado entre negro y lila.  El señor, le menciona a la esposa "mira a esa señora, toda combina y entacada, la viste, la vista". La esposa hace el ademán de que yo lo estaba escuchando y el señor al verme le digo "así es, lo escuché todo", sonreímos los tres, ellos se bajaron primero y nos deseamos mutuamente un buen fin de semana.


No hice mayor pausa a lo que llegué a la casa, quería tener mis rollos de canela, que aunque ya me había percatado que eran laboriosos, todo había confabulado de manera tan amigable como para que todas esas sonrisas compartidas con extraños pongan en marcha mi proyecto, sin dudarlo ni si quiera un momento.

Y debo confesar, que quedaron fantásticos.

Visto a mi lista de cosas que me gustan, que he aprendido hacer y quitan mi dependencia de lugares a los que por ahora no tengo acceso... y ojo, creo que están más saludables.

P.D.: No pongo la receta porque este no es un blog de cocina, pero quién la desee no dude en solicitarla.

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