Me dirigía a la lavandería, como lo hago todos los jueves desde que vivo aquí, y veo paradas en el jardín del edificio a dos mujeres, mayores, de faldas largas, bolsos grandes y cómodas sandalias. Buscaban un número o una dirección. Como es característico en mí, si hago contacto visual saludo (sin esperar respuesta) y continúo.
Me dicen en inglés '¿habla inglés?', "seguro están perdidas" pensé. 'Sí, dígame' respondí.
'¿Cree usted que todas las tragedias del mundo han sido indicadas previamente en la biblia?'.
"¿Qué cosa? A ver qué no se ha dado cuenta que son las 9 de la mañana, que estoy en fachas de casa lavando la ropa en un hermoso día de casi verano, y usted me pregunta ¿qué? Yo le voy a preguntar ¿está loca? ¿Le apesta el pelo?" Fue lo que evidentemente pensé, pero lo que realmente respondí fue 'bueno eso depende de quién la lea y de cómo desee interpretarla'.
- ¡Ooolee! - escuché a mi inconsciente venerando mi diplomacia.
'Claro, tiene razón' afirmaron con mi respuesta.
No sé cómo una cosa llevó a la otra, pero la secuencia de la conversación fue algo así, de dónde eres, vives aquí, qué tal cómo te has integrado y el orden del rostro de ellas fue "soy buena", "me interesa", "oh sudamerica, pobre seguramente", "ah si es estudiada", "y ha trabajado"...
Y en eso llego a la parte en la que digo 'no me siento aún identificada con la cultura, porque los latinos somos más fraternos, más amigos, tratamos de integrarnos y bueno también el hecho de no socializar con mucha gente de aquí hace que mi círculo de amistades sea bastante limitado (optimista realmente por no decir nulo). Por ejemplo estoy jugando softball y cuando celebro una buena jugada me miran extraño, como si hiciese mucha bulla, la verdad es que aquí son raros... bueno, no raros, somos diferentes, pero yo no pienso cambiar, porque soy feliz como soy' y sonreí.
Mientras habla todo este poco de detalles de mi vida personal, el mismo que no comparto con gente desconocida, me hacía una pregunta mientras no dejaba de hablar "¿por qué cuentas esas cosas? ¡Silencio!".
El rostro de ellas ya no tenía gesto propio, sólo una sonrisa "comprensiva" automática y nada sincera.
Entonces decidí auto-pincharme la burbuja en la que había caído cual monólogo de mi autobiografía por Alemania y pregunté '¿y ustedes de dónde son?'
'De Alemania', responden mientras tragan saliva.
Mi cerebro cavernícola me dijo: "¡Toma! Eso te pasa por andar hablando de más."
Mi sentido de culpa me dijo con voz de Homero Simpson "¡Ugh! Creo que mejor me voy".
Pero mi cara dura preguntó 'Y ¿por qué si ustedes son alemanas y estamos en Alemania, estamos hablando inglés?' Y les eché una mirada de "¡Sí ven que son raros!"
- ¡Oole! ¡Oole! ¡Oole! ¡Oole! - Se ponen mi cerebro, mi ego y mi sentido de culpa de pie y empiezan a aplaudir por tan crucial evasión.
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