En la entrada de ayer, recordé algo que debe ser contado.
Nos encontrábamos en una excursión de curso a una pasteurizadora, estábamos todos muy emocionados por faltar clases... perdón, por aprender el proceso de cómo sale la leche de las vaquitas y se convierte en la leche, queso, yogurt que diariamente consumimos.
Había llovido toda la noche, recordemos que vengo de Guayaquil - Ecuador y cuando menciono que ha llovido toda la noche, es porque de seguro nunca paró.
Así al llegar al establo el administrador del lugar nos había indicado tener cuidado al caminar, porque todo se encontraba ligeramente enlodado.
Ligeramente.
Lo peor es que le creímos, estudiábamos en colegio que tenía muchas áreas verdes y después de una noche de lluvia, esas áreas estaban ligeramente enlodadas, así que podíamos manejar la situación sin problema.
Sorpresa la nuestra que al ingresar, el lodo llegaba a casi 20 cm de espesor en las partes "bajas", todo estaba mezclado con las eses de las vaquitas y había una mezcla de olores bastante... divertida.
Tuve que superar 5 minutos de arcadas, bajadas de presión, risas maquiavélicas de aquellos que deseaban empujarnos, un par de graciosos que habían decidido hacer el intento de salpicarse el lodo entre ellos, atravesar por lugares donde se encontraban las vacas y bueno aquí entre nos, no sé por qué pero a mí me dan miedo, no estoy familiarizada con su pensamiento, costumbres, gustos, por ende les temo y claro tenemos en nuestra cabeza el chip de "los animales huelen el miedo" y la visita se convierte en una película de terror en donde probablemente la vaca abusa de su superioridad y decide golpearme.
Mientras caminaba o mejor dicho me deslizaba por los caminos que el guía nos llevaba, suena de repente un "puak"... ¿Qué fue ese sonido? ¿De dónde provenía? Pero como no obtuve respuesta, proseguí a dar el paso correspondiente para avanzar, pero en eso el terror en persona se apoderó de mí.
Mi pie se encontraba descalzo, sólo veía mi limpia media blanca, dirigiéndose al lodo completamente desprotegida, sin mayor posibilidad de poder saltarle a alguien al cuello para que me cargue, empecé a guardar el equilibrio en un sólo pie, sobre esta capa infinita de lodo en la que me encontraba, mientras trataba de ver dónde se me había quedado el zapato en el recorrido y súmale a eso, tener cuidado de no caer.
Para variar mi eficiente rabito del ojo, tuvo una mejor visión de la situación y recorrió con agilidad las huellas que había dejado, así que concentranda para poner el peso del cuerpo sobre el pie que tenía el zapato, estiraba mi otra pierna para alcanzar el "hueco" que veía, mientras rezaba para que dentro de ese hueco se encuentre mi zapato.
"El aterrizaje ha sido efectivo y sin novedad", reportó mi pie derecho a mi cerebro.
Llegué a tiempo, el lodo no había ingresado al zapato, pero toda la punta, suela, contorno habían sido ya, tomados prisioneros.
Como no había rastros dentro del zapato, la integridad de mis deditos se mantuvo intacta.
Sobreviví exitosamente a este ataque de la naturaleza, excepto que el chofer del bus hizo que todos subamos sin zapatos y abramos las ventanas para evitar estragos vomitivos de olores atrapados en el interior del bus.
Yo me acuerdo de esta "excursión". Fuimos a Chiveria, no recuerdo lo del zapato, y no sé si recuerdo el olor; lo que sí recuerdo es que era un olor tan fuerte que creo que nunca lo he vuelto a percibir (o tal vez mi cerebro lo exageró todo y por eso pienso que no he vuelto a olerlo).
ResponderEliminarRecuerdo que alguien (tiene que haber sido una niña de esas bien girlys) llevó unas toallitas que tenían olor y todo el mundo quería una de esas para poder aguantar toda la excursión sin vomitar.
No recuerdo que nos hayan instruido que nos quitemos los zapatos en el bus, pero si recuerdo que cuando llegué a la casa no me dejaron entrar :( hasta sacarme los zapatos.
¡Qué cosas! Estoy segura que ahora a los niños les dan botitas para este tipo de excursiones, mucho más higiénico y seguro; pero es como quitarles la oportunidad de la anécdota.
Saludos amiga!!
MPE
¡Qué Lindo leerte por aquí! Gracias por visitar el Blog Ma.Paula.
EliminarSí que drama esta anécdota y para ponerle el dato antiguo, los niños de hoy crecen muy finos jajaja... el olor lo sigo recordando y de seguro si lo vuelvo a oler, moriré... jajajajaja me encantó tu aportación de las toallitas perfumadas, esa no la recordaba yo jajajaja ¡Buenísima!
Te mando un abrazo,
Iri