Un día regresé del jardín de infantes y mi ñaño (hermano), me pregunta amablemente, "¿Ñañita, qué tal tu día?".
"Muy bien, aprendí a pintar en círculos y cuadrados, con diferentes colores y casi no me salí de la línea".
Le mostré mi cuaderno y la carita feliz que me había ganado por haber trabajado bien.
"¿Y en el recreo que hiciste?" Me siguió preguntando. "Jugamos a los polícias y ladrones con mis amigos, esta vez me tocó ser ladrona".
"¿Y qué pasó? ¿Te atraparon?".
"Pues casi, pero cuando me halaron del brazo me viré y lo patié entre las piernas y me soltó, así como en las películas".
Mi hermano con los ojos brotados, la boca abierta y una ligera gota de sudor que se le resbalaba por la frente me dice gagueando "pero, pero, pero... no! eso no puedes hacerle a tus amigos, eso duele!!".
"¿Duele? Ah por eso no siguió persiguiéndome, ... ni jugando..."
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