Enero
del 2011, el virus ataca mi oficina, principalmente a mi jefe, quién sin
intención alguna esparce sus bacterias en la oficina, reproducidas y
multiplicadas por un ambiente sin ventanas, sin ventilación natural, sólo por un conducto
central de aire acondicionado sin mantenimiento/limpieza desde por lo menos el
2009, tiempo que llevaba trabajando ahí y nunca entró nadie a limpiarlo, sabrá
Dios cuánto tiempo más había transcurrido realmente, cuenta la leyenda que
habían encontrado una rata muerta y en su momento había intoxicado a casi todo
el departamento de cobranzas, bastante oportuna la ratita,
seguramente fue colocada por algún cliente en mora, que sabía de esta debilidad
y decidió introducir este animal para demorar su cobro por falta de personal que
realice su trabajo.
Después
de ese Enero, mis recuerdos frente a las enfermedades se habían desvanecido, mis anticuerpos latinos habían sobrevivido un cambio de país y
continente, exponiéndome ahora en lugar de dos estaciones del año a cuatro,
atravesando dos inviernos, dos otoños, una primavera y un verano, sin saber
realmente lo que es algún malestar físico.
Pero
lo conté demasiado, así que ahora, Abril 2013, he perdido el invicto.
Todo
empezó este viernes de Semana Santa, mi esposo llegó con una leve tos desde la
oficina, producto de un clima un tanto irregular y acompañado de cierto
malestar que se encontraba en su oficina por parte de sus compañeros.
Estuvimos
reforzando nuestros sistema inmunológico tomando vitaminas y comida hecha en
casa con los debidos excesos de limones, cebollas y zanahorias, que hasta la
fecha nos habían servido bien, cuando sentíamos alguna amenaza, pero mientras
mi esposo se recuperaba lentamente yo me descuidé con la vestimenta y me expuse
al frío cerca de la ventana, bastó para caer derechito a la cama.
La tos
que él tenía no fue nada con lo que me pasó, los ojos empezaron a llorarme con
cada rayo de luz, el exceso de mucosidad que salía desde mi nariz, parecían
estar conectadas a una máquina productora de mocos, no sé de dónde salían
tantos, ese malestar del cuerpo un tanto indescriptible, que en mi país le dice
lo llaman "cortado", supongo que es porque no lo sientes normal, una
ligera fiebre acompañada por el característico malestar en los huesos, la falta de apetito
por su puesto, acompañada por un sueño eterno, para después de descansar
despertarse con la garganta seca en honor a dormir con la boca abierta para
poder respirar ya que la nariz no cumplía con su objetivo principal, y todo este círculo
repitiéndose una y otra vez.
El
virus era tan fuerte, que cuando mi esposo se me acercaba le empezaban a llorar
los ojos y a picarle la nariz, como si estuviese hecha de pimienta, la hemos bautizado como "la gripe chúcara", pero hoy el hambre ha regresado así que
creo que sobreviviré lo que falta del invierno (porque de remate, aún no ha entrado la primavera), esperando que esto no regrese por lo menos en 2 años, porque qué mal me he sentido, pero bueno, al menos ha sido lo
suficientemente interesante como para contarlo o tal vez es porque me ha cogido como nueva.
Pero
en caso de estar en similares situaciones, anoten:
Tomar
doble ración de vitamina C, el cuerpo expulsará lo que no necesite así que no
teman al exceso. Limonadas
calientes, casi todo el día con miel de abeja, té de manzanilla y coman un poco
de lo que les den aunque no tengan hambre, cepíllense los dientes más de lo
normal, y tomen un baño aunque no tengan fuerzas, cámbiense la pijama a diario
y de ser posible las sabanas y la funda de la almohada, tomen agua al ambiente
y duerman mucho, y con eso harán que el virus pase y no se sientan tan mal,
sobre todo, porque pasarán dormidos, por su puesto a esto le deben/pueden sumar
sus propios remedios que normalmente ingieren o cualquier secreto de la abuela
que crean que funcione, a estas alturas, realmente todo sirve, todo a cambio de
sentirnos mejor, pero lo cierto es que la gripe ha llegado y al igual que
el invierno sólo queda reforzarnos hasta que pase, para sobrevivirla con
gracia.
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