Tres está incluido siete veces en veintiuno y a estas alturas cualquier respuesta es válida y aceptada.
La estadística y las entrañas indican que un gran sí se acerca, pero la impaciencia de vivir en el purgatorio, congela el progreso y nubla la objetividad.
Esto ya ha pasado antes, al purgatorio me refiero. Es como si la mente cesa su actividad, para no generar algún tipo de expectativa, se congela, no fluye, no crea, no resuelve y cuando el calendario indica cuánto tiempo ha transcurrido, reconoces cuan larga ha sido tu estadía en el purgatorio, ¡ha sido verdaderamente eterna! Notas que lo único obtenido han sido unas cuantas canas no planificadas, que se reproducen con la velocidad de un rayo, pero como si pertenecieren a familia de las ratas, conejos y tortugas. Silenciosamente aparecen con un peinado diferente, descubiertas por los ganchillos que evitan que el cabello corto o recién nacido se deposite sobre tu frente.
Tres veces siete o siete veces tres, se contienen en similar fórmula numérica, donde la esperanza sigue a la espera de aquel cambio, de aquel deseo, de la realización de un sueño, del nacimiento de un camino, de un apoyo, de un destino.
Los granos pasan por la cintura estrecha de aquel viejo reloj de arena y mientras hipnotizados observamos el final del proceso, notamos que los granos descienden casi uno a uno por aquel agujero, nuestro cerebro se activa y levantamos nuestra mano, que dará la vuelta al reloj después de que descienda el último grano.
"El tiempo sigue como el río por su cauce, dejando su paso marcado por el calendario". @IriCevallosO
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